
La conducción en épocas de nieve siempre es más complicada. Las bajas temperaturas hielan las carreteras y el mal tiempo dificulta la visibilidad. Por este motivo es recomendable:
· Conducir con la marcha más grande posible.
· Evitar hacer frenazos bruscos.
· Frenar siempre que se pueda con el cambio de marchas.
· Dejar más metros de distancia de seguridad con el vehículo de delante.
· A la hora de coger una curva, reducir la velocidad antes de entrar a la curva dado que, si lo hacemos en medio de la curva, hay la posibilidad que el coche se vaya recto.
Lo más habitual en las pistas de esquí es que no haya plazas de aparcamiento cubiertas. Por lo tanto, cuando dejamos nuestro coche a la intemperie debemos tener una serie de precauciones:
· No echar hasta arriba el freno de mano ya que existe la posibilidad de que se pueda congelar. Es preferible poner una marcha.
· Dejar siempre los limpiaparabrisas quitados porque podrían quedarse adheridos al vidrio a causa del hielo o la nieve. Y por consecuencia, romperse al moverlos.
· Nunca intentar descongelar los parabrisas con agua caliente. El cambio de temperatura tan drástico podría provocar una rotura del vidrio parabrisas. Existen productos especiales para contrarrestar la congelación del vidrio frontal antes de que se produzca. Una manera más casera es mezclar ¾ de vinagre con agua. O la más tradicional cuando se ha congelado, rascar con un objeto que no sea de metal, por ejemplo, de plástico.
· Fijarse si el tubo de escape ha quedado bloqueado por la nieve o hielo. Es muy importante para evitar una intoxicación.
Cuando el frío invade el clima, la calefacción se vuelve nuestro mejor amigo. Es un error muy común poner la calefacción una vez se arranca el vehículo, pero con esto solo conseguimos echar aire frío dentro del vehículo. La calefacción se tiene que poner cuando el coche lleva un tiempo puesto en marcha y ya está caliente.